Saltando la vara.

Este entrenamiento es propio de nuestra escuela, no suele practicarse en otros estilos.

El salto puede ser muy útil pero también muy dañino si no se entrena como corresponde. Alguno de los puntos importantes a tener en cuenta son:

  • Partir gradualmente, con una altura cómoda que se salte sin esfuerzo.
  • Ser metódico, repetir las mismas series varias veces. No se puede entrenar salto de vez en cuando ya que eso solamente producirá resentimiento y lesiones.
  • Tener especial cuidado al rechazar, que sea con el metatarso y los dedos y no con el talón y lo mismo al caer. Lo que más lesionante son las caídas bruscas en el talón. No debe producirse sonido alguno al caer. Nuestro pie, al estar casi siempre enfundado en zapatos o zapatillas, pierde muchas de sus capacidades, por lo que esto no es fácil.
  • Respirar en forma adecuada. El aire no debe contenerse durante el salto. Especialmente en las caídas y ruedas.

Los beneficios del salto son enormes, todos los músculos son ejercitados, el equilibrio, el sentido del cuerpo en el espacio, la fuerza en los brazos. Por eso es muy recomendado en los niños y adolescentes que están en crecimiento. En los adultos con problemas de columna y en las rodillas hay que ser muy selectivo en los saltos que pueden ejecutarse sin riesgos.

Las dificultades que se encuentran al hacer este entrenamiento son de coordinación y de falta de rechazo, pero sobre todo, de susto a la vara. Por eso el beneficio también es psicológico. Los niños de menos cinco años suelen tener todavía un problema con la lateralidad por lo que suelen hacer todos los saltos “al revés” por lo que no hay que impacientarse ni corregirlos demasiado.

Es preciso contar con la cantidad de juegos de varas adecuada a la cantidad de practicantes ya que le demora o el saltar muy seguido no es conveniente. También el alumno debe saber que no se le exigirá saltar una altura que no pueda. Los profesores observan y van subiendo la vara de acuerdo al progreso de los practicantes. Me han tocado alumnos de otras escuelas que han sido exigidos y tienen miedo. Les cuesta muchísimo desarrollar estas técnicas. No logran relajarse al saltar ya que muchas veces han sufrido lesiones.

La gracia del entrenamiento con la vara es que todos los alumnos sin excepción lleguen a ser capaces de hacer los saltos, obviamente con las salvedades de altura por la condición física y edad. Si es así significa que el sistema está bien aplicado y no que se basa en el talento de cada uno. En nuestro grupo es normal ver hacer Uchiro Tobi geri, con puntería a todos, desde naranja hacia arriba, hombres y mujeres. Lo mismo la rueda en sus diferentes sabores. Personalmente me costó mucho saltar. Comencé un año a saltar todos los días, sin descanso. Me motivó mucho ver a Iván Larrondo que era de los que más saltaba. Al final del año logré el máximo de altura. Tengo muchas ganas de saltar, pero una lesión en el pie me lo está  dificultando. Espero pronto poder hacerlo, es una gran sensación elevarse por los aires ya sea haciendo una patada, un retroceso en Shiko Dachi, Ukemis y ruedas de todos tipos. Recuerdo haber visto a Sensei Raúl Fernández de la Reguera hacer unos saltos muy espectaculares, con poco impulso, que es otra de las características de nuestros saltos a diferencia de los fantásticos saltos que hacen en Taekwondo, con mucho impulso.

Con mucha admiración he podido observar el progreso de los alumnos en este entrenamiento, en especial de mujeres a quienes les suele costar más por tener el centro de gravedad más bajo y menos fuerza en brazos y piernas. También los niños que suelen ser muy descoordinados en estos tiempos. Saltando con constancia y cuidado todos vamos avanzando sintiéndonos más livianos, ágiles, coordinados y más seguros de nosotros mismos.