Es fácil que el Iaido nos llame la atención. El traje negro compuesto por iaidogi y hakama. El obi, cinturón que puede ser de diferentes colores. La katana, que tiene algo misterioso y mágico.Además la concentración, la simplicidad de los movimientos, los cambios de ritmo en la ejecución, mantienen atrapada nuestra atención.
Sin embargo la parte entretenida va en la práctica, en lo que va experimentando cada uno, en el estado especial de concentración en que va entrando, en el “centramiento” (ver artículo dedicado a este concepto) que va logrando.
Por eso, a pesar de no ser tan exigente fisicamente, es muy agotador.
Los movimientos tienen que ir llegando a la perfección, por eso la repetición es muy importante y hacerlos en forma consciente, autocrítica. Esa parte es difícil para nosotros occidentales. Repetir mucho algo nos hace perder la concentración y nos aburre.
Los japoneses han sabido reconocer el valor de muchas prácticas antiguas que, sin tener un fin práctico en la actualidad, ayudan a que las personas se superen y evolucionen en su interior. En occidente no existe el equivalente a los DO: Iaido, Karate Do, Kyudo, Kendo, Kobudo, Hanado, Shoodo. Estas prácticas involucran la totalidad del ser humano. Nuestros artes y deportes involucran aspectos del ser humano. Su parte artística, sus cualidades motrices.
Es así que nos consideramos afortunados de poder tener a nuestro alcance estas disciplinas en que se reúnen conceptos éticos, estéticos, y de la naturaleza profunda del ser humano y su relación con el universo.