Acerca del Shiatsu

Qué es Shiatsu

El shiatsu es un antiguo sistema preventivo de salud que permite, a quien lo aplica, conocer el estado energético del organismo, descubrir algún posible desequilibrio y poder restablecerlo, antes de que se transforme en una enfermedad. También permite tratar diferentes dolencias o síntomas producidos por lesiones o enfermedades y conseguir la rehabilitación o recuperación del bienestar natural inherente a un organismo sano.

Cómo actúa

Existen a nivel de la piel algunos puntos conocidos como “puntos de acupuntura” llamados TSUBO. Estos se encuentran conectados a través de los KEIRAKU, o meridianos, a través de los cuales circula la energía llamada KI. El desequilibrio en la circulación de esta energía es, según la antigua creencia oriental, el origen de los diferentes malestares que pueden llegar a transformarse en enfermedades o la expresión de algún mal funcionamiento de los diferentes órganos internos. Estos desequilibrios se producen por la combinación de factores tanto internos como externos tales como cambios climáticos, stress, malos hábitos alimenticios y posturales, estados emocionales extremos y predisposición genética, entre otros.
El Shiatsushi, o persona que aplica Shiatsu, puede conocer y restablecer la armonía en la circulación del KI estimulando los TSUBO a través de aplicar diferentes tipos de presión.

¿Qué puede ser tratado?

  • Enfermedades simples:
    • Resfrío, gripes.
  • Síntomas tales como:
    • Decaimiento, cansancio. Impotencia, frigidez, desconcentración, depresión, jaqueca.
    • Dolores menstruales y ginecológicos.
  • Urgencias :
    • Desmayos, contusiones, hemorragias nasales.
  • Dolores menores:
    • Cabeza, ojos, oído, dentales.
    • Musculares.
    • Articulares.
  • Malestares tales como:
    • Insomnio o somnolencia.
    • Tensión, stress, crisis de pánico.
    • Vértigo. digestivos…, etc.
  • Lesiones tales como:
    • Esguinces, tendinitis, tortícolis, lumbago, ciática, inflamaciones, túnel carpiano,  parálisis faciales, etc.

Ventajas del Shiatsu

  • Es natural.
  • Fácil aplicación.
  • Fácil de aprender.
  • No utiliza instrumentos.
  • Excelente como método preventivo.
  • Efectos rápidos y duraderos.
  • Sin efectos colaterales adversos.
  • Pocas contraindicaciones.
  • Seguro como tratamiento de urgencias.

En oriente es una terapia preventiva, pero en occidente se ha transformado en una terapia muy efectiva en casos rebeldes a las terapias corrientes. El paciente tiene la ventaja de sentir desde la primera sesión el alivio y el cambio positivo que se origina en el organismo al restablecerse la circulación normal de la energía. Además, al ir a la raíz del problema, la mejoría o el alivio es bastante duradero, en muchos casos permanente.

Ofrecemos Cursos Intensivos para público en general y para Cinturones Negros de Artes Marciales.

Shoodo, los primeros aprontes.

cal5aLos Kanjis, ideogramas de origen chino, usados en varios países de oriente, tienen un atractivo y una belleza que nos cautiva, más allá de entender lo que significan. Su forma, armonía y ritmo son únicos. No tengo recuerdo desde cuándo me sentí atraído por estas enigmáticas “letras”.

Mi primer encuentro cercano con este arte fue en el Instituto Chileno Japonés veintitantos años atrás. Se realizó una exposición de Caligrafía y fui invitado a la inauguración. Después de una interesante charla acerca de la caligrafía, el Zen y otras yerbas hubo un coctel y a continuación una demostración a cargo del Sensei Masatoshi Kido. Para mí fue muy emocionante y sentí que algo se movía en mi espíritu. Conversando con el Sensei le hice ver el interés que tenía por esta disciplina la que, desgraciadamente, era dictada en el mismo horario de los cursos de idioma japonés a los que asistía en ese momento. El Sensei con mucha generosidad y sencillez me invitó a practicar a su casa los días domingo en la mañana.  Comencé ahí un largo camino lleno de vivencias muy valiosas, aunque la verdad es que por meses no conseguía hacer el más mínimo trazo con un leve grado de corrección. Me desesperaba entender lo que había que hacer y no conseguirlo. El Sensei con mucha paciencia mostraba una y otra vez como si fuera la cosa más fácil como se ejecutaba el trazo y con cariño y firmeza tomaba mi mano para guiarme. En uno de los viajes a Brasil, en Libertade, el barrio japonés, me había comprado un pincel, cosa muy difícil de conseguir en esa época. Además me había costado carísimo. Muchas veces creí sinceramente que era el pincel el que no era adecuado, como cualquier cojo que se respete culpando al empedrado. Pero no. No importaba el pincel, el incapaz era sin duda yo. Por años había dibujado y pintado con bastante éxito. Mi querido amigo y profesor jefe del colegio, Augusto König, siempre comprendía mis dibujos, me celebraba y alentaba. Pero eso no significó nada, ninguna ventaja. Había pintado con pinceles desde niño pero este carísimo pincel no me hacía ningún caso. La mano se me llegaba a poner rígida tratando de lograr un trazo siquiera digno, pero nada. No sé en qué momento fue que me olvidé del asunto y los trazos se sucedían en medio de la interesante conversación y nunca dejaba de maravillarme al ver al Sensei Kido en acción. Practicaba donde fuera de manera incansable, hasta que el pincel comenzó a hacerme caso.

Son muchos los elementos que confluyen en que un trazo salga bien, tema para otro artículo. Mis agradecimientos al Sensei Masatoshi Kido a quien siento como un padre.

Haciendo un espejo

Hacer lo apropiado

En un jardín un monje estaba sentado en la posición pre establecida para meditar, que está llena de detalles y es muy difícil de hacer correctamente, tratando de concentrarse y seguir todas las indicaciones. En eso aparece un maestro Zen que lo saluda, distrayéndolo un poco. Sigue tratando de mantenerse concentrado pero el maestro vuelve a hablarle preguntándole qué es lo que está haciendo, a lo cual responde: meditando. El maestro le pregunta para qué. El monje, un tanto molesto a estas alturas con tantas interrupciones, le responde que para obtener el Satori (iluminación). Entonces el maestro recoge un trozo de teja o ladrillo y comienza a frotarlo enérgicamente contra una piedra. Me imagino que el ruido de raspado debe haber sido bastante molesto, además de los pedazos que deben haber saltado. El monje, ya bastante molesto y desconcentrado le pregunta al maestro qué es lo que hace frotando el pedazo de teja. Entonces este le responde: estoy puliéndola para hacer un espejo. El monje, entre sorprendido y molesto le dice: ¡pero por más que la frote y pula no va a conseguir hacer un espejo! Entonces el maestro le responde: ¡exactamente, igual que tu que esperas conseguir la iluminación sentado ahí!

Este cuento Zen me gusta mucho y da para sacar muchas enseñanzas. Principalmente porque apunta a que para conseguir algo hay que hacer lo que corresponde. No es que la meditación no sirva sino que probablemente a ese monje en ese momento le habría servido más otro tipo de práctica. Eso que parece de perogrullo no lo es tanto. Muchas veces nos esforzamos  para conseguir una cosa y no lo logramos. Por ejemplo, mucha gente cree que leyendo algunos libros se va a convertir en un sabio. Conocí un famoso profesor de artes marciales que no sabía mucho pero tenía una gran biblioteca y muchos videos y películas en una época en que era muy difícil conseguirlos. Era capaz de hablar con mucha propiedad de muchos temas de artes marciales, pero no era capaz de realizar nada. Pensaba que leyendo y viendo podía llegar a dominar la artes marciales y no entrenando.
Otras personas se dedican con mucho ahínco a ejercitar sus músculos, a pegar en bolsas, a quebrar ladrillos, pensando que con eso se transformarán en  buenos karatekas.
También algunas personas creen que por usar un traje o tener un diploma con muchos danes serán maestros. Ya conocemos el caso de muchos predicadores que son como el padre Gatica.
En nuestra escuela queremos que todos podamos hacer lo que corresponde y bien hecho para conseguir resultados verdaderos. No se trata de transformarnos en Una máquina de dar golpes o en un nuevo Bruce Lee, sino en personas sanas, armónicas, fuertes, humildes, bien enfocadas, bien aterrizadas, con una mente abierta, entre otras cosas.
Los resultados nos alientan y dan fuerzas para seguir enseñando y perfeccionando nuestros métodos de enseñanza de acuerdo a los tiempos que corren. Deseo para todos que podamos hacer lo que corresponde y si no es así, que sepamos enmendar a tiempo.

 

Los riesgos de entrenar Iaido

Artículo rescatado de La Bitácora del Sensei, 16 de Enero de 2017 


Durante años de entrenamiento de Iaido he visto ocurrir varios accidentes y también los he sufrido. No se si servirá de algo dar recomendaciones o si las personas necesitamos experimentar el error, que en Iaido, se puede pagar caro. En todo caso, siempre me han servido las observaciones de personas experimentadas y procuro seguir sus consejos.

Una noche previa a una clase soñé que una katana volaba. Antes de comenzar la clase le pedí al más experto en katanas del grupo, Francisco, que las revisara todas. Como sabrán, la hoja va sujeta a la empuñadura por un simple tabique de bambú llamado mekugi. Este suele soltarse al gastarse o encogerse. Por esta razón y para minimizar el riesgo de que la hoja salga volando con quizás qué funestas consecuencias, es que se usan actualmente dos tabiques y de bronce. Diligentemente Francisco revisó todas las katanas incluida la mía. En medio de la clase de pronto la katana de Francisco vuela… afortunadamente sin mayores consecuencias.

Aparte del riesgo de que la hoja pudiera desprenderse de la empuñadura, existe la posibilidad de que la katana se suelte. Vi en una ocasión soltarse una katana de manos de un profesor y quedar clavada en el tatami, entre los dedos de su pie. Esto puede ocurrir por cansancio de las manos, por asir la katana con rigidez apretando todos los dedos o por falta de fuerza en el dedo meñique. Recuerdo que el Maestro Akamine cuando mostraba su katana hacía énfasis en que había que fortalecer este dedo y contaba que de estudiante solía llevar el bolso o maletas solamente sujetos con los meñiques. Por supuesto todos los que escuchamos esa historia tratábamos de hacer lo mismo.

El tsuka ito, cinta textil que envuelve la empuñadura, evita que la transpiración la vuelva resbalosa. Del mismo modo los menuki, una especie de adornos que va a ambos lados de la empuñadura, ayudan al mejor agarre.

La técnica también influye. Como la potencia máxima del corte no va al final, sino que en el lugar en que hipotéticamente la hoja comienza el corte, este termina suavemente. Pero si el practicante tiene mal tomada la katana y en vez de cortar golpea, poniendo el énfasis al final del corte, aumentan las posibilidades de que el arma se suelte y que la mano se canse.

Al practicar tameshigiri – cortes de rollos de totora (tatami omote) – si la katana no viene cortando sino que golpeando puede rebotar y escaparse de las manos. Por eso es importante no situarse en el área de riesgo.

Otra posibilidad es enredarse en la hakama y caerse. Lo vi cuando una persona ejecutaba Koranto. Por suerte cayó al armar para el segundo corte, shomen uchi ryote, con lo cual la katana voló por delante de él cayendo más lejos. Podría haber sido peligroso si hubiera caído encima de la katana. Esto se debe a que la hakama o es muy larga o se ha soltado durante la práctica. También puede uno enredarse al pararse desde seiza o tate hiza si no se ha ejecutado correctamente el sentarse y la hakama ha quedado tapando los talones en el primer caso o el empeine derecho en el segundo.

Pero sin duda lo más peligroso es cortarse o pincharse. Muchas veces uno se pincha la manga izquierda al armar los cortes. Quizás necesite ir el codo más pegado al cuerpo. Todo esto hay que ensayarlo con ánimo crítico, lento y muchas veces.

Los cortes más frecuentes suceden tanto al envainar como al desenvainar y la mano izquierda suele ser la afectada. Esta maneja la saya y ese es todo un tema. La atención suele situarse más en la mano que mueve la espada, que en la que mueve la saya, siendo las dos igualmente importantes. Es cómo en karate, que uno suele preocuparse más de la mano que está ejecutando la acción, por ejemplo bloquear, que en la que acompaña el movimiento.

Es particularmente importante tomar muy bien la saya, en el lugar correcto. Al desenvainar el dedo pulgar izquierdo libera la katana de la saya empujando la tsuba. Este movimiento debe ser corto e inmediatamente volverlo a su posición tomando la saya. El dejarlo hace que la saya no quede bien tomada y el filo puede hacer un corte superficial en el pulgar, por lo general sin mayor gravedad. Pero al soltarse la mano al desenvainar por estar el pulgar levantado, es muy peligroso porque el corte puede ser en la base del dedo cortando musculatura, ligamentos y nervios.

Al armar la boca para envainar la postura debe ser hecha con perfección. Esto es difícil por la diferencia de largo entre el índice y el pulgar, por lo tanto el primero debe doblarse en la última falange para dar la medida. El hacer la boca de manera errada puede llevar a que la hoja no apunte en la saya y pinche la mano o la saya por dentro. Incluso al hacer bien la boca e ir envainando correctamente puede darse el caso de que la persona separe el pulgar del índice quedando la saya sujeta por el resto de los dedos y se suelte, produciéndose un corte entre ambos dedos.

Otros accidentes que pueden ocurrir son al envainar después de shomen uchi llevando la punta hacia la cara en vez de hacia el lugar entre el hombro y el codo.

En un libro muy bueno de Iaido en francés, con dibujos humorísticos, salía un samurái cortándose la oreja izquierda al armar mal para shomen uchi.

También hay riesgo al ejecutar chiburi, sacudida de la hoja en Omori Ryu y no apoyar firmemente el dedo índice en la sien. Puede golpearse la cabeza.

Desenvainar sin saber hacerlo ha ocasionado que la persona fuerce la katana contra la saya rompiéndola e hiriéndose la mano.

La última vez que me corté fue al ponerme muy apretada la hakama y un obi que había usado y que estaba húmedo con lo cual la saya se me trancó y me pinché el dedo, afortunadamente con pocas consecuencias.

La experiencia nos enseña que todos los detalles son importantes. El estado mental debe revisarse desde el principio. Desde vestirse correctamente, tener muy buena técnica, no apurarse, no confiarse. Es recomendable usar iaito, sable sin filo, para minimizar riesgos. No entrenar trasnochado, desconcentrado. Seguir todas las indicaciones.

Espero que sepamos recordar estas sugerencias y no tengamos accidentes y si los tenemos que sean menores y podamos aprender de ellos.

Cazuela Zen

Cuando alguien quería entrar a un monasterio zen para iniciar un camino espiritual entraba por lo general a la cocina. El Tenzo o monje encargado de la cocina es uno de los personajes más importantes del monasterio. Al tener la gran responsabilidad de alimentar a los monjes para ayudarlos en su camino su importancia es enorme. No se trata solo de nutrir correctamente sus cuerpos sino que de “alimentarles el alma”.
Creo de gran relevancia que las personas sepan cocinar y lo disfruten. Muchos dicen que no les gusta pero es que en realidad les resultan engorrosos los procedimientos por ignorancia. No saben cortar, pelar, deshuesar, despresar, picar, amasar. Entonces el cocinar se transforma en un suplicio. Muchas personas no tienen las implementos adecuados. Una amiga que se demoraba mucho y sufría cocinando tenía unos cuchillos sin filo que daban pena y unas tablitas para cortar diminutas donde todo se caía…
Mi padre de viejo quiso cocinar, quizás por comer algo bueno. Me llamaba y me decía: “hijo, ¿como se hace tal cosa?” Le explicaba: “pelas y picas tal cosa y la pones a sofreír. Mientras tanto vas pelando esto otro y se lo agregas. Mientras pelas tal cosa y la pones.” Me decía ya, pico todo y lo pongo a cocer. Yo gritaba “¡Noooooo! Hay cosas que se demoran más que otras en cocerse”.
Mi madre cocinaba para toda la familia, entre ocho a diez personas por lo general y lo hacía sola y sin ayuda, muy contenta. Ahí di mis primeros pasos en la cocina, lo que siempre le agradeceré en el alma. Después pude entender la sabiduría de los japoneses.
Van aquí algunas notas para mis amigos, alumnos e inútiles profesionales que creen que cocinar no es necesario o que no saben o que quieren aprender.

Jeong Kwan, monja zen.

El cocinar desarrolla y enseña muchas habilidades. Las manos desarrollan cantidad de movimientos de precisión. Además ayuda a comprender procesos. Es por eso la importancia en la educación del monje. Uno necesita ser organizado, muy cuidadoso y diligente, y estar concentrado ya que se van desarrollando varios procesos al mismo tiempo. Se puede ser rápido, yo lo soy, pero no se puede cocinar a la rápida, hay que tomarse su tiempo. Entender que cada cosa toma su tiempo. Hay que tener los implementos adecuados: uno o dos buenos cuchillos que hay que ir afilando. Un secreto es usar los potos o bases de los jarros o de platos de cerámica y frotar ahí el cuchillo, en todas partes hay y quedan muy filudos. Cuando el cuchillo está afilado uno no se corta porque no hace fuerza. Se corta más la gente con porquerías sin filo. Hay que tener unas dos o tres tablas de madera u otro material cómodas, grandes. Un par de peladores de papas vienen muy bien. Ollas, sartenes, coladores, picadoras, minipimer, tostador, cucharones, secadoras de verduras, etc.
Se parte por elegir el plato y adquirir los ingredientes. Las comidas tradicionales son muy ricas, sanas y equilibradas, como la cazuela, pero son trabajosas. Una buena cazuela es algo glorioso. No ese revoltijo de cosas cocidas al lote.
Al cocinar es necesario seguir un procedimiento, por ejemplo qué se va cociendo primero. También se va ordenando y limpiando para no dejar un desastre. En el caso de la cazuela por ejemplo, las papas se demoran más que el zapallo, por eso se pelan esas y se poner a cocer y luego se va cortando el zapallo al cual hay que dejarle un pedacito de cáscara para que no se muela. Mientras esto se va cocinando en un caldito con sal uno comienza con la carne. Como a mis hijas les gustaba llevar la comida yo les preparaba una cazuela donde la carne se partiera con la cuchara. Para eso se toma la carne que puede ser posta y se corta en cuadrados según el gusto de cada uno aprovechando de sacarle grasas y nervios innecesarios. Se aliña con ajo en polvo, pimienta y sal y en una olla a presión con aceite de oliva a alta temperatura se sellan. Mientras esto ocurre uno va cortando cebolla en cuadrados y pimentón. La carne se pegará un poco en el fondo entonces al agregar la cebolla y bajar la intensidad de fuego, este pegado se disuelve dando cuerpo a un rico caldo. Se pone una pizca de azúcar que realzara el sabor y que ayuda a que la cebolla quede liviana para los estómagos débiles. Mientras va cocinándose esto uno pela y corta zanahorias y las agrega, también unos dientes de ajo enteros para que los mañosos los puedan sacar. Mientras tanto en una ollita se pone a hervir agua con un poco de sal para poner los porotitos verdes, de los congelados quedan muy bien, y se les da un hervor. Se ponen en el agua cuando está hirviendo para que no pierdan el color. Esto es porque el poroto verde da un caldo amargo que no contribuye al resultado general. Se deja todo hervir y cuando las papas y el zapallo ya están blandos se puede agregar una hojitas de espinaca y unos pedacitos de apio que aportan un sabor inigualable. Se deja enfriar la olla a presión, se verifica que la carne esté blandita y se agrega todo a la olla principal que debe ser grande, se agrega más líquido si es necesario, los porotitos verdes, el choclo, que puede ser en trozos o en granitos y un poco de arroz, se corrige la sal y se puede agregar algo de orégano. Mientras termina de hervir se pica cilantro, unos tomates y ají verde.

Se dispone la mesa, donde una panera con una buena y crujiente marraqueta se agradece y se sirve una papa, un pedazo de zapallo y uno de carne por plato mas el caldo con las otras cosas. Se espolvorea cilantro y merken si uno apetece.
Los más tradicionalistas suelen sacar del plato la papa, el zapallo y la carne en otro plato para comérselas con ensalada.

Como pueden ver los detalles son muchos pero el resultado es maravilloso, ver a mis hijas disfrutar esta cazuelita o a la Paulina López es algo sublime que no tiene precio para el espíritu.
Recomiendo comenzar esta meditación zen del cocinar partiendo por cosas simples. Juntarse a cocinar con alguien que sepa. Consultar recetas con gente entendida, yo lo hago mucho y en esto admiro a mi amiga Marcela Adriasola, por nombrar solamente a una persona, a la quién le doy mis agradecimientos culinarios.
Les deseo mucho progreso espiritual en este camino teniendo la convicción de que no se logra llegar al satori sin saber cocinar. Invito a todos los reacios, flojos consumados e inútiles profesionales a atreverse. Los monjes zen, que no tienen un pelo de lesos ni de los otros lo sabían muy bien y se lo reconocemos. ¡Felicidades para todos!