Artículo rescatado de La Bitácora del Sensei, 16 de Enero de 2017
Durante años de entrenamiento de Iaido he visto ocurrir varios accidentes y también los he sufrido. No se si servirá de algo dar recomendaciones o si las personas necesitamos experimentar el error, que en Iaido, se puede pagar caro. En todo caso, siempre me han servido las observaciones de personas experimentadas y procuro seguir sus consejos.
Una noche previa a una clase soñé que una katana volaba. Antes de comenzar la clase le pedí al más experto en katanas del grupo, Francisco, que las revisara todas. Como sabrán, la hoja va sujeta a la empuñadura por un simple tabique de bambú llamado mekugi. Este suele soltarse al gastarse o encogerse. Por esta razón y para minimizar el riesgo de que la hoja salga volando con quizás qué funestas consecuencias, es que se usan actualmente dos tabiques y de bronce. Diligentemente Francisco revisó todas las katanas incluida la mía. En medio de la clase de pronto la katana de Francisco vuela… afortunadamente sin mayores consecuencias.
Aparte del riesgo de que la hoja pudiera desprenderse de la empuñadura, existe la posibilidad de que la katana se suelte. Vi en una ocasión soltarse una katana de manos de un profesor y quedar clavada en el tatami, entre los dedos de su pie. Esto puede ocurrir por cansancio de las manos, por asir la katana con rigidez apretando todos los dedos o por falta de fuerza en el dedo meñique. Recuerdo que el Maestro Akamine cuando mostraba su katana hacía énfasis en que había que fortalecer este dedo y contaba que de estudiante solía llevar el bolso o maletas solamente sujetos con los meñiques. Por supuesto todos los que escuchamos esa historia tratábamos de hacer lo mismo.
El tsuka ito, cinta textil que envuelve la empuñadura, evita que la transpiración la vuelva resbalosa. Del mismo modo los menuki, una especie de adornos que va a ambos lados de la empuñadura, ayudan al mejor agarre.
La técnica también influye. Como la potencia máxima del corte no va al final, sino que en el lugar en que hipotéticamente la hoja comienza el corte, este termina suavemente. Pero si el practicante tiene mal tomada la katana y en vez de cortar golpea, poniendo el énfasis al final del corte, aumentan las posibilidades de que el arma se suelte y que la mano se canse.
Al practicar tameshigiri – cortes de rollos de totora (tatami omote) – si la katana no viene cortando sino que golpeando puede rebotar y escaparse de las manos. Por eso es importante no situarse en el área de riesgo.
Otra posibilidad es enredarse en la hakama y caerse. Lo vi cuando una persona ejecutaba Koranto. Por suerte cayó al armar para el segundo corte, shomen uchi ryote, con lo cual la katana voló por delante de él cayendo más lejos. Podría haber sido peligroso si hubiera caído encima de la katana. Esto se debe a que la hakama o es muy larga o se ha soltado durante la práctica. También puede uno enredarse al pararse desde seiza o tate hiza si no se ha ejecutado correctamente el sentarse y la hakama ha quedado tapando los talones en el primer caso o el empeine derecho en el segundo.
Pero sin duda lo más peligroso es cortarse o pincharse. Muchas veces uno se pincha la manga izquierda al armar los cortes. Quizás necesite ir el codo más pegado al cuerpo. Todo esto hay que ensayarlo con ánimo crítico, lento y muchas veces.
Los cortes más frecuentes suceden tanto al envainar como al desenvainar y la mano izquierda suele ser la afectada. Esta maneja la saya y ese es todo un tema. La atención suele situarse más en la mano que mueve la espada, que en la que mueve la saya, siendo las dos igualmente importantes. Es cómo en karate, que uno suele preocuparse más de la mano que está ejecutando la acción, por ejemplo bloquear, que en la que acompaña el movimiento.
Es particularmente importante tomar muy bien la saya, en el lugar correcto. Al desenvainar el dedo pulgar izquierdo libera la katana de la saya empujando la tsuba. Este movimiento debe ser corto e inmediatamente volverlo a su posición tomando la saya. El dejarlo hace que la saya no quede bien tomada y el filo puede hacer un corte superficial en el pulgar, por lo general sin mayor gravedad. Pero al soltarse la mano al desenvainar por estar el pulgar levantado, es muy peligroso porque el corte puede ser en la base del dedo cortando musculatura, ligamentos y nervios.
Al armar la boca para envainar la postura debe ser hecha con perfección. Esto es difícil por la diferencia de largo entre el índice y el pulgar, por lo tanto el primero debe doblarse en la última falange para dar la medida. El hacer la boca de manera errada puede llevar a que la hoja no apunte en la saya y pinche la mano o la saya por dentro. Incluso al hacer bien la boca e ir envainando correctamente puede darse el caso de que la persona separe el pulgar del índice quedando la saya sujeta por el resto de los dedos y se suelte, produciéndose un corte entre ambos dedos.
Otros accidentes que pueden ocurrir son al envainar después de shomen uchi llevando la punta hacia la cara en vez de hacia el lugar entre el hombro y el codo.
En un libro muy bueno de Iaido en francés, con dibujos humorísticos, salía un samurái cortándose la oreja izquierda al armar mal para shomen uchi.
También hay riesgo al ejecutar chiburi, sacudida de la hoja en Omori Ryu y no apoyar firmemente el dedo índice en la sien. Puede golpearse la cabeza.
Desenvainar sin saber hacerlo ha ocasionado que la persona fuerce la katana contra la saya rompiéndola e hiriéndose la mano.
La última vez que me corté fue al ponerme muy apretada la hakama y un obi que había usado y que estaba húmedo con lo cual la saya se me trancó y me pinché el dedo, afortunadamente con pocas consecuencias.
La experiencia nos enseña que todos los detalles son importantes. El estado mental debe revisarse desde el principio. Desde vestirse correctamente, tener muy buena técnica, no apurarse, no confiarse. Es recomendable usar iaito, sable sin filo, para minimizar riesgos. No entrenar trasnochado, desconcentrado. Seguir todas las indicaciones.
Espero que sepamos recordar estas sugerencias y no tengamos accidentes y si los tenemos que sean menores y podamos aprender de ellos.