Después de varios años de practicar Karate Do, fui observando que muchos grandes exponentes también eran entusiastas practicantes de otras artes marciales, especialmente Kobudo. Fue por ello que le pedí a Sensei Raúl que me enseñara, y él me hacía repetir incansablemente un movimiento – quizás con la esperanza que me aburriera – lo que no ocurrió, a pesar de los grandes raspones y ampollas en las manos. Así comencé a practicar Kobudo, también Judo, Aikido, Iaido y Taichi, y aunque al comienzo advertía muchas diferencias, con el tiempo me di cuenta que éstas eran superficiales y no esenciales.
Estas prácticas me permitieron mejorar la técnica y la comprensión de los fundamentos. Es así que el Aikido se me hizo muy familiar, lo mismo el Iaido y su relación con el karate. A fin de cuentas, los principios fundamentales que cimentan éstas practicas son los mismos: el Ki, el Yin y Yang, el ceder, el moverse desde el centro, el Kokyu, Irimi y Tenkan, entre otros.
También supe que muchos famosos samurái fueron grandes calígrafos o artistas del Sumie y eso me llevó a acercarme a esas artes. El Maestro Akamine era un gran exponente y recuerdo haber observado con admiración varias de sus obras.
Con el tiempo fui experimentando esta relación y comprobando que la práctica de un arte, beneficiaba la ejecución de los otros, especialmente en el nivel de la comprensión, por lo que las fui incluyendo en mis enseñanzas. Y el resultado fue excelente, con karatekas de gran nivel, que practican Kobudo y Iaido, por ejemplo.
Es muy interesante poder ir descubriendo y adquiriendo las habilidades y conceptos que hay detrás de cada disciplina, y esto significa apertura y trabajo. Porque si bien las similitudes nos ilustran y nos ayudan a perfeccionarnos, las diferencias también lo hacen y hay que respetarlas, y no creer que porque se maneja bien un arte, hay garantía de hacer lo mismo con otras, por ejemplo un kobudoka que toma una katana como si fuera un nunchaku o al revés. Las diferencias también existen y tienen su razón de ser: un bo golpea y una katana, por el contrario, no golpea sino que corta, por tanto la forma de moverla y tomarla tiene su particularidad.
Y no se trata de mezclar o agregar técnicas de un arte en otro – como algunos creen – porque ya hemos visto que las mezclas no han perdurado. Un ejemplo extraordinario de esto fue Arturo Petit que traía a los exponentes de moda de cada arte, como kung fu y full contact entre otros y asimilaba los rudimentos técnicos. Es así como en una época se veía en su escuela Kempo a todos haciendo shotokan, después era boxeo chino y luego full contact.
Sin embargo, esto permitió que pudiéramos conocer a grandes exponentes como Dominique Valera, Benny Urquidez, Bill Wallace y tantos otros. Me impresionaron especialmente unos actores chinos de películas que mostraban cómo hacían las escenas de lucha: iniciaban con una rápida secuencia de movimientos y luego comenzaban a hacer todo muy pausado para simular una cámara lenta. De pronto uno le ponía el puño en la cara y el otro apretaba su rostro contra el puño aparentando un golpe y caía de manera espectacular, como verdaderos maestros de la simulación. También fue interesante descubrir que el barrido más rápido del mundo era lento, pero muy bien aplicado. Valera, que era muy fuerte, les daba unos golpes contundentes en la cabeza a sus uke, de manera que estos luego, en cuanto veían venir el puño, se tapaban la cara y la vista con los guantes, por lo que él podía barrerlos cómoda y espectacularmente. También pudimos apreciar cómo un famoso profesor de karate haciendo una demostración de iaido, guardaba la katana al revés; error garrafal y solo digno de un principiante sin conocimientos.
En otro momento apareció el Maestro Choi de Hapkido y fue un gran éxito, saliendo repetidamente en la televisión, ya que era muy simpático y sonriente. En una ocasión, hizo un truco muy bueno, como cortar una sandía en el estómago de un voluntario acostado. Aquí el truco era que entre ambos había una hoja de papel de diario (esto impide a una hoja, por afilada que esté, cortar)… pero igualmente causó sensación.
Así fue como aprendimos de las cosas verdaderas y las falsas, y todas esas experiencias también, nos sirvieron para ampliar nuestro horizonte marcial.
Invito a conocer diferentes artes marciales, sobre todo si uno se dedica a la enseñanza, asegurando que será de gran provecho.
Excelente articulo, muy claro y acertivo. No hay duda alguna de lo conveniente que es obtener conocimiento de mas de una arte marcial, aun cuando facilmente podemos pasarnos la vida entera tratando de aprender tan solo un tipo de arte el cual, jamas llegaremos a dominar completamente.
Con todo, lo ideal es, especialmente quienes imparten clases, que conozcan de otras artes, al fin y al cabo, comprobaran que la base de cada una sera siempre la misma.
Interesante reflexión. Karate, Aikido, Kobudo, Iaido, son artes suficientemente diferentes en su ejecución para no superponerse y ser complementarias, aportando cada una sus propios principios pero compartiendo al mismo tiempo fundamentos en común. Incorporar también la caligrafía y el Shiatsu también enriquecen y potencian el aprendizaje. De alguna manera nuestro estilo Goju, integra técnicas o conceptos de otras artes como Aikido, Judo, etc. Hay un libro que se llama «Kata» que lo escribió un practicante de diferentes artes. Me imagino que el autor es mejor karateca que escritor, pero es un buena revisión histórica de las diferentes artes marciales. En ese libro menciona que cuando las artes marciales pasaron desde oriente a occidente, perideron o dejaron en el camino una serie de acrividades artísticas/culturales que eran parte integrante de la práctica, como la caligrafía, poesía, baile, que aparentemente no fueron de interés para los que vivimos en esta parte del mundo. Es verdad que hay conceptos comunes en las diferenes artes o disciplinas, por ejemplo el yoga. La primera vez que fuí a una clase, la preparación era casi idéntica al taiso que hacemos al inicio de la clase.