No sabemos cómo va a evolucionar la pandemia, pero si estamos seguros de nuestro propósito de avanzar en la senda y hasta ahora nos hemos adaptado con clases en línea y presenciales cuando se puede.
El interés no ha decaído y tenemos un precioso Dojo, como nunca antes habíamos tenido, especialmente gracias a la dedicación de Bernardo (QEPD) junto a la constancia y entusiasmo de muchos. Así nos encuentra el aniversario número cuarenta y uno, funcionando, con muchos proyectos y con un gran sentimiento de amistad y fraternidad.
Las historias son muchas, como para escribir un libro. Lo principal es que fundamos esta escuela con un propósito muy definido: enseñar lo más cercano a la tradición, a los principios técnicos y filosóficos y para todos.
Esto suena de perogrullo, pero ocurre que en esa época el karate competitivo estaba popularizándose produciendo una escisión con lo tradicional: la competencia, la violencia, los problemas típicos de todos los deportes, luchas de poder y tantas otras cosas, a nuestro parecer se estaban irremediablemente alejando de la raíz.
Después de comprobar repetidamente que nuestro camino no era ese, nos aventuramos a seguir nuestro ideal manteniéndonos al margen de las competiciones y federaciones. Fue difícil, pero con el tiempo se demostró que fue acertado.
Así hemos conformado una gran familia y tenemos un alto nivel en las artes marciales, estamos cosechando los frutos y siempre tratando de hacerlo de la mejor manera de acuerdo a los tiempos.
Tenemos mucho que agradecer, ya que esta tarea no es de una sola persona y hemos sido muy beneficiados de la gran calidad humana, generosidad y dedicación de muchos.